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Arquitectura popular, tesoro heredado

Arquitectura popular, tesoro heredado

La arquitectura popular de un territorio es probablemente la manifestación material heredada donde se mezclan la mayor cantidad de factores: económicos, sociales, culturales... y, en consecuencia, uno de los elementos que más contribuye a potenciar las señas de identidad de un territorio. Además, la arquitectura popular con su funcionalidad cotidiana, nos educa en unos principios culturales y estéticos, que ninguna otra manifestación representa.
El corazón de esta arquitectura es sin duda la casa, el elemento cultural que mejor refleja la vida de un pueblo; así tenemos casas de labranza, casas palacios, casas cueva, casas solariegas, etc. A estas tipologías de casas se unen los elementos auxiliares como: corrales, palomares, molinos, chozos, batanes, almazaras…, utilizados en relación con las actividades económicas tradicionales: agricultura, ganadería, artesanía, textil…
La arquitectura popular sirve hoy como ejemplo de desarrollo sostenible, enseñándonos una inteligente relación con el lugar, donde los materiales usados en su edificación eran los que el propio territorio suministraba: piedra, madera, piezas de forja, yeso, la cal.

Contaminación urbana y deterioro rural

El valor de las manifestaciones conservadas, aumenta en tanto en cuanto la elaboración de edificios nuevos se quebró con la transformación del medio rural español de los años sesenta. Actualmente se ha perdido casi toda referencia con lo que era la evolución tradicional, apareciendo modelos urbanos exógenos que borran la identidad del territorio y deterioran la imagen de conjunto.

  • ¿Por qué quebramos la fisonomía tradicional con edificios y materiales que imitan el medio urbano (ladrillo, aluminio, pvc, etc.)?
  • ¿No es la arquitectura popular una seña de identidad de nuestros territorios?
  • ¿Por qué imitar aquello que no es nuestro?


Esperemos volver a conectar con aquella evolución tradicional, creando una nueva construcción que tenga sus raíces en el pasado de los territorios y comarcas españolas y así poder cerrar el desgraciado paréntesis abierto en los últimos años.

Carmen Santisteban
Europe Direct Cuenca

7 comentarios

Manuel J. Garrancho -

La arquitectura popular es un bien que tenemos que conservar.
Aquí en Extremadura conviven zonas y municipios donde se han hecho las cosas muy bien y otras donde se han realizado barbaridades.
Afortunadamente, en la mayoría de los pueblos extremeños, el perfil de las calles es semejante, casas bajas (de dos alturas máximo) hechas de piedra y adobe con unos enormes muros de hasta más de un metro de espesor para aislar del exterior (del frio en invierno y, sobre todo, del calor en verano). La parte baja se dedica a la vivienda. La planta superior se utilizaba como almacén de granos y su tamaño dependía de la cantidad de tierras que tenía su propietario para labrar. En el caso de los jornaleros, los doblados (la parte alta) casi no tenía función, ya que no tenían nada que almacenar.
En muchos ayuntamientos se ha apostado por la conservación de este patrimonio y se impiden su transformación e,incluso, se incentiva, su conservación.
Europa nos puede ayudar a conseguirlo. De hecho, algunos fondos europeos han servido para la rehabilitación de edificios y también para darle un uso que permita su conservación.
Póngamonos manos a la obra. Aún estamos a tiempo de conservar lo que hemos recibido

Raquel -

Vivo en un pueblo con un casco histórico precioso, que lo podría ser mucho más si las personas que lo habitan siguieran utilizando los materiales tradicionales, siguieran encalando en vez de poner pasta en las fachadas, pusieran a las cocheras madera en vez de chapas, no aparcasen los vehículos en cualquier rincón de sus estrechas calles...y estuvieran por ley obligadas a poner macetitas en las ventanas!. La realidad es que la mayoría de las personas que siguen viviendo allí lo hacen porque no pueden irse a la parte nueva, a la zona con pisos y avenidas amplias, y soportan las incomodidades de un trazado fantástico de callejas árabes en empinadas cuestas alejadas de las tiendas y demás servicios porque no tienen recursos para mudarse. Existen ordenanzas para esa zona, que intentan mantener un equilibrio entre exigencias y ayudas pero, aun con ayudas públicas para las rehabilitaciones y con una política de agrupar oficinas públicas en él, el casco antiguo es poco atractivo para la gente de mi pueblo y no está socialmente valorado vivir en él.
Yo creo que más que de regular e imponer, que también es necesario claro, se trata de cambiar una cultura que ha puesto los valores y principios del revés y hace que vivir en un piso de 90m de reciente construcción, con dos cocheras para los dos vehículos familiares y frente al Mercadona sea considerado el colmo del lujo y de la calidad de vida (exagero un poco pero por ahí van los tiros)

Arantzazu -

Efectivamente la arquitectura tradicional es una seña de identidad de nuestros pueblos, la herencia de estos lugares que poseen el encanto de transmitir una historia en la que lo importante no es el paisaje singular sino la identidad cultural de las gentes que los habitan. Una historia en la que además en la relación del ser humano con su entorno más cercano prevalecía una sabia utilización de los recursos naturales y la adecuación climática y funcional de unas construcciones que por ello no dejaron de ser bellas, bellísimas.
Ahora la gran paradoja a la que nos enfrentamos nos lleva a buscar la manera de aprovechar los recursos naturales, apostar por las construcciones bioclímaticas pero cada vez con menos empleo agrario y ganadero.
Cada caserío que cierra sus puertas es la desaparición de la vida de una tierra, de sus gentes, animales, es el camino para ir perdiendo esa riqueza que nos hace únicos.

Esther -

no hay que olvidar que gracias a muchas ayudas europeas para gente que se dedica ahora a turismo rural, se ha contribuido a recuperar patrimonio rural. En eso los programas Leader han estado acertados al condicionar, en muchos casos las ayudas, a que los criterios de rehabilitación respetasen la arquitectura tradicional de cada territorio, con sus materiales típicos.

Ángel -

Aquí tenemos el problema, o más bien la amenaza de las casas de madera, que son una lacra, no encajan de ninguna de las maneras. POr suerte alguna de nuestras comarcas y ayuntamientos ya ha legislado en los PGOU para evitar que se construyan.
No puede ser que los urbanitas del fin de semana acaben modificando un paisaje.

Samanta -

Cuánta razón! La falta de aprecio por los valores patrimoniales que nos son propios y marcan nuestra identidad cultural y nuestra idiosincrasia como pueblo, nos lleva por ejemplo en Galicia, a construir casas de estética suiza con unas caídas de cubierta a prueba de las más intensas nevadas............

Alfoz -

Si, ante la permisividad de los ayuntamientos y los gobiernos regionales, es Europa quien toma cartas en el asunto y define, limita y controla estos desmanes urbanísticos... pues viva Europa for ever